Si, nuestros perros y gatos también sufren ansiedad, ya sea en momentos puntuales como visitas al veterinario, viajes, socialización con otros animales, o de manera crónica, lo que supone un reto mayor para l@s responsables y para el bienestar y la salud general del animal.

¿Cómo podemos saber si nuestro perro o gato sufre ansiedad?

Aquí te dejo algunos síntomas típicos de ansiedad en perros y en gatos:

Perros:

Cuando un perro está estresado, lo muestra con múltiples señales desde el típico jadeo, que puede ir acompañado de gemidos o incluso aullidos, hasta signos notables de sobre-excitación como dar vueltas, correr de un lado para otro…

Pero hay otras señales que pueden pasar inadvertidas y también pueden ser indicativo de que el perro está incómodo con una situación en concreto y le genera ansiedad.

Son las llamadas «señales de calma» de las que ya ahondaremos en otra ocasión, pero algunas pueden ser:

Bostezar, girar la cabeza, sacudirse, olisquear el suelo o evitar la situación.

Como siempre, observar bien cada gesto de nuestro perro nos ayudará a entenderle mejor.

En perros, cada vez es más común la llamada «ansiedad por separación», que no es más que un gran estrés cuando el perro se queda solo, lo que le lleva a intentar calmarse destrozando lo primero que pilla o ladrando sin parar.

Cuando el perro no sabe gestionar una situación de manera correcta, hace lo que puede, pero nosotros no sabemos o se nos olvida que a ellos morder o arañar les calma… no lo hacen para vengarse por haberlos dejado solos. Si no puedes ayudar a tu perro a gestionar esta situación, es importante por los dos, que pidas ayuda a un profesional.

Por último, si tu perro sufre de ansiedad constante, no solo en momentos puntuales, sino que parece que siempre está nervioso y sobre excitado, el problema es más grave y es necesario ayudarle a bajar los niveles de estrés, pues puede acabar afectando a su salud.

Gatos:

La ansiedad en gatos es menos común, ya que son animales mucho más tranquilos, por norma general, que los perros, pero también hay situaciones que les estresan y debemos saber identificarlas para evitar problemas de convivencia y malentendidos.

Los gatos son muy expresivos, pese a que siempre se dice lo contrario. Solo hay que, nuevamente, saber observar.

Tod@s l@s que convivimos con gatos, habremos hecho alguna visita al veterinario y esto a casi todos les suele estresar.

Es típico que no quieran entrar en el transportín, que durante el viaje vayan maullando o que una vez allí se agazapen y no quieran salir de su refugio.

Los gatos son muy sutiles y siempre antes de mostrar su ansiedad, su estrés o descontento con una situación, van a intentar siempre que entendamos que esa situación no les gusta. ¿Como? Lo mejor para entenderlo es un ejemplo.

Imagínate que viene alguien a tu casa que nunca antes ha venido. Tu gato no lo conoce y desconfía.  Esa persona se acerca porque quiere acariciar al gato y de repente el gato ¡zas! Le lanza un zarpazo.

Esto es lo que veríamos, el humano se ha acercado y el gato le ha arañado.

Pero seguramente hayamos pasado por alto cosas como: que el gato se escondió cuando vio a esa persona. Que la persona se acercó de repente mientras el gato estaba en su lugar seguro. Quizá el gato comenzó a mover la cola mientras el humano se acercaba. Seguramente se apartó de la caricia pero el humano no retrocedió.

Las señales de los gatos son mucho menos evidentes, pero también las muestran y volviendo a lo de siempre, hay que observar.

Orejas, ojos, boca, pelaje y movimientos de la cola, nos indicarán si nuestro gato está estresado.

La ansiedad generalizada en gatos puede llevarles a comer más de la cuenta, a perder el interés por jugar o incluso a eliminación inadecuada, es decir, orinar o defecar fuera de su arenero. Altos niveles de ansiedad pueden afectar a su salud, por lo que es importante enriquecer su ambiente y disponer tanto de lugares de calma, como de lugares de juego y distracción

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